Desde Ghana, llegó a mis manos esta hermosa obra de dos guerreras bailarinas....
y durante meses traté de descubrir cómo debería enmarcarlas, cómo hacer para que ellas solas brillaran en el espacio... y fue así, dejando que la inspiración se hiciera presente, que encontré en mi querido pino toda la tranquilidad para que ellas tuvieran su espacio.
Ahora tienen su tablado para danzar, ahora tienen su madera para guerrear.
Y yo me deleito mirándolas...
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